Mariano Somoza

«Antes los deejays éramos casi invisibles: en las primeras discotecas de Ibiza se pinchaba de espaldas al público y ahora estamos en un escenario. He vivido casi toda la evolución del oficio, primero en Argentina y luego en Ibiza, porque empecé siendo casi un adolescente. Mi padre escuchaba mucha música. Había de todo: jazz, blues, folclore argentino, tango… Tenía un tocadiscos Winko con altavoz integrado. En las tiendas de vinilos había poca importación y en la radio sonaban pocas canciones extranjeras, pero tenía un amigo de familia estadounidense que traía muchas novedades. Poníamos temas en su garaje (Pink Floyd, The Smiths, The Cure…) y a los quince ya trabajábamos en un club. Fui ayudante de deejay un tiempo: aprendí muchísimo llevando los discos a la cabina. Ahí me picó el gusano y me dediqué profesionalmente. Llegué a la isla a finales de los noventa y en Nassau llevo diez años como residente. La pasión, la curiosidad y el contacto con los jóvenes me permiten mantenerme a la vanguardia.»